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Cada uno de nosotros, en los estudios o en el trabajo, nos hemos propuesto una meta, algo que esperamos cumplir, por ejemplo, hablo por mí, ahora mismo estamos estudiando 1º de Bachiller, y todos nosotros somos conscientes, de que todo lo que hagamos este año influirá en nuestra nota media. Por lo que la mayoría, intentamos dar lo máximo de nosotros mismos, estudiando todo lo que podemos para hacer un examen, y centrándonos al máximo, pero ésto poco a poco nos va agotando, al principio empezamos con mucha energía pero conforme pasa el tiempo nos vamos rindiendo, y todo ello se debe a que nos exigimos demasiado. Sin darnos cuenta, nos vamos obsesionando poco a poco, queremos cumplir con todas nuestras metas y deseos, pero no sabemos llevarlo con calma, todo esto se debe a que queremos ganar.
Ahora bien, hay casos en los que nuestra propia exigencia puede perjudicarnos, por ejemplo muchos han arriesgado su vida o incluso la han perdido por ellos mismos. Por ejemplo: un buceador profesional se esfuerza muchísimo en su trabajo, y en muchos casos se ha exigido alcanzar una cierta profundidad, la que en algunas ocasiones, no ha conseguido y como consecuencia ha obtenido la muerte.
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El tema de la exigencia, siempre suele traer diferentes conflictos, debido a la gran variedad de opiniones que existen al respecto. Siempre, están aquellos que piensan que la exigencia es mala, es decir, que lo mejor es vivir la vida, sin esforzarnos ni marcarnos unos límites, lo que tenemos que hacer, es actuar como pensemos en cada momento, sin preocuparnos en las exigencias, haremos lo que podamos. En cambio, están aquellas personas que se exigen diariamente, tanto en su vida profesional, personal, familiar... porque para ellos la exigencia, nos permite mejorar como personas, crecernos y mejorarnos a nosotros mismos, para ellos la vida no tendría sentido, si no intentamos mejorar, esforzarnos y conseguir aquello que tanto deseamos obtener. ¿Entonces la exigencia es buena o mala?
En mi opinión, la exigencia siempre es buena, ya que nos permite mejorar, y hace que estemos más formados, pero todo esto hay que hacerlo dentro de unos límites, no es necesario que no lo tomemos tan en serio que haga que nos obsesionemos. Como todo, debemos saber dosificarlo, ser conscientes de cuando debemos parar y sobretodo aceptar bien la derrota, evitando caer en el enorme error de pensar, que no sabemos hacer lo que nos gusta y que nos hemos establecido, y que por tanto no valemos para nada. La exigencia, es buena dentro de unos límites.
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